jueves, 31 de marzo de 2011

EL MEJOR REGALO QUE SE PUEDA SOÑAR...


            EL COLUMPIO
           
            Para Tula, mi hermana, en el día de su cumpleaños. Que nuestra luz nos inunde, aunque nosotros ya no estemos...

            Era verano y ambos se balanceaban en el columpio que sus padres habían colocado en el porche.

                                               Adelante
            Atrás

                                               Adelante

            Atrás

                                               Adelante

            Atrás

                                               Adelante

            Pasaban las horas rápidas como en un día de feria, pero al mismo tiempo los relojes estaban detenidos, completamente ajenos al movimiento de las nubes, el sol, la luna. El columpio era su refugio, su cuartel general, su burbuja. En el columpio ellos eran los dueños del mundo, de su mundo. El columpio servía de parapeto; allí no llegaban los gritos de sus padres, ni el olor a anís, ni los problemas de dinero, ni los ahogos a la hora de comer, ni los traicioneros colmillos de los perros... Allí, en su columpio, no llegaba nada que ellos no quisieran que llegara. Él estaba lejos de leer a Antonio Muñoz Molina o a Manuel Vicent; aún faltaban unos cuantos años para que conociera a la mujer que le acompañaría en la vida y muchos años más para que me contara esta historia. Ella también estaba lejos, muy lejos; lejos de alumbrar a tres hijos y de verlos crecer, de sus entrañas al mundo; lejos de marcharse y dejarle a él una sensación de vacío en el alma; lejos de leer esta historia.

            En el columpio
                                               Adelante

            Atrás

                                               Adelante

                                        él le decía: mira las estrellas. La luz que ahora estamos viendo es la luz que emitieron hace cientos de miles años. Es posible que ahora mismo, realmente, se hayan apagado, y , sin embargo, aún las vemos brillar. ¿dónde has leído eso?, le preguntaba ella, interesada siempre por las lecturas que su hermano, quizás prematuramente, siempre llevaba entre manos. Lo leí en un relato de ciencia-ficción. Cuéntame más cosas. Pues verás, ¿sabes cuántas estrellas hay en la Vía Láctea? Cientos de miles de millones. Cada una con sus planetas y lunas girando alrededor. ¿Y sabes cuántas galaxias como la Vía Láctea hay en el Universo que conocemos? Ciento de miles de millones. En realidad, si lo piensas, le decía él, es casi imposible que seamos los únicos seres vivos que habitan el cosmos...


                                   Adelante

Atrás

                                   Adelante


Atrás

            A cada movimiento del columpio sus vidas se balanceaban y sus sueños, como en una película, eran proyectados sobre el azul de la piscina. Me gustaría ser director de cine, o guionista, o escritor, le decía él, aún intacto el recipiente en el que se guardan las ilusiones y que el tiempo siempre termina por romper. ¿Recuerdas aquellas noches de verano en el balcón del piso, bebiendo horchata de almendras y escuchando habaneras? Le preguntaba ella, ya creada en su interior esa sensación del tiempo que se fue y que nunca más regresará. ¿Y cuando jugábamos juntos? Ahora no jugamos juntos, pero hablamos, pensaba él sin atreverse a decírselo por miedo a herir esos primeros recuerdos compartidos. Y en el columpio

                                   Adelante

Atrás

                                   Adelante

                                                     el mundo se movía con ellos y ellos con el mundo, porque, sencillamente, ellos eran el mundo y el mundo era de ellos.

            Pasó el tiempo

                                   Adelante

Atrás

                                   Adelante

Atrás

                                   Adelante

                                               y él me contó, tomando café en una vieja librería que montó en su imaginación, que siempre que pensaba en aquellos días creía que, en el fondo, no habían sido días felices, pero ellos habían conseguido sobrevivir refugiados en su columpio

                                   Adelante

Atrás

                                   Adelante

                                   y transformar lo amargo en dulce, lo triste en feliz, la oscuridad en luz. Hoy es su cumpleaños, me ha dicho él mientras ordenaba unos libros inexistentes que tenía que colocar en unas inexistentes estanterías de su inexistente librería. Creo que cada vez la quiero más, pero a veces no soy capaz de decírselo. No te preocupes, le he dicho, eso nos pasa a todos. Todos somos como las estrellas, cuya luz seguimos viendo aunque en realidad ya estén muertas. O como ese columpio del que me hablabas, siempre balanceándose

                                   Adelante

Atrás

                                   Adelante

Atrás

                                   Adelante.


Marco A.   Torres                                                

1 comentario:

  1. Es mi hermano, con el que he reido, con el que he llorado, con el que he soñado, con el que he crecido, con el que he cazado ratones con una vieja escopeta de perdigones, con el que he comprado en los puestos del paseo de Torrevieja comic, con el que he peleado hasta caer rendida y muerta de risa en un viejo sofa, con el que he sufrido cuando se llevaba una bofetada y deseaba haberla recibido yo. ESE ES MI HERMANO MARCO ANTONIO, al que quiero en la distancia. Gracias por tu hermoso regalo.

    ResponderEliminar