jueves, 17 de noviembre de 2011

EL TIEMPO HUMANO. A mi Dios al que rezo…


Soy yo, yo otra vez la que te habla

Ya, ya se que no hace falta,

Que me escuchas siempre y atiendes mis palabras.

 Déjame, déjame que escuche el eco de mis labios,

Esos que aspiran tu aliento presente en mí

Cuando tan cerca de ti mi respirar se llena.


Es tan raro para mi no verte,

Atarme de conceptos con los que dibujarte

Descubrirte, en mi mente emborrachada

De teorías y formas que me apartan de tu imagen.

Se, se que ahí no debo encontrarte,

Ni  rebuscar entre la gente,

Ni sofocar mi sed con agua fresca.


Los recuerdos se basan en pasado,

Cuando el tiempo aún no era presente

Y eran otros dioses los que llenaban el vacío

Encauzando mi vida, como el cauce con el río.


Pero llegó, llegó el día en que te hiciste presente

Creándome mil dudas, me mostrabas

Otro sendero, escarchado, seco,

Con desiertos y montañas, algo extraño.




Lo crucé, lo crucé contigo pero a veces

Me perdía y lloraba para buscarte,

Y no hallé  refugio alguno pero encontré pisadas.

Yo andaba, siempre intentando ir delante de ellas,

Mas no podía entender, ni entiendo a veces,

Porqué siempre reposaba mi pie sobre tus huellas.

Tuve momentos en pasado, porque el presente bien sabes que

eres tú,

En los que controlar un tiempo, años, meses, minutos, segundos,

Parecía una peregrinación, y ciertamente lo es.


Lo es porque sin mi tiempo no existirías.

Porque me brindas las horas para poder verte,

Para cruzar esos desiertos y luego reposar en tus oasis.


Que astucia la tuya, mas tú lo sabes

Si no hubieras hecho luz, no cabría lugar para la noche

No veríamos estrellas, esas que se nos muestran perfectas,

Y se ignoraría el día y su mañana

El rayo en la oscuridad y la tormenta.


Me das tiempo, tiempo humano

Así saboreo lo dulce y lo amargo,

Busco, pienso, siento, amo…





Sería horrible no poder contar los días

Mientras estos ciego y absortos pasan.

Mas horrible sentir dolor sin esperar su calma,

No entender  felicidad si no hay momento para hallarla.


Ya, ya se que todo llega y todo pasa,

Pero sabes ¿sabes lo mejor de una mañana?

¿Sabes como ahogo el miedo de mis noches?,

No hace falta responder,  lo sabes

En mis rezos, SEÑOR, están las respuestas

Tú eres el que, al igual que la cruz, me llevas.





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