martes, 30 de agosto de 2011

ES ASÍ COMO YO RECUERDO MIS RECUERDOS. Capítulo 1.

Hay cosas en la vida que nunca se olvidan, otras que quisieras olvidar y otras que no puedes dejar de pensar en ellas. Como todo, esto tiene una escala de valor un porcentaje
Irrebatible, un lugar en nuestra mente favorecido y así según nos es necesario vamos regalando a nuestra alma pequeñas dosis de estos recuerdos para que segregue nuestro cerebro intencional la famosa adrenalina, la cual impúdicamente nos deleitará con sus sabores y  sin sabores.
No pretendo escribir una teoría razonada sino más bien quiero apostar por una teoría de la percepción de la vida, de mi vida más concretamente. No puede ser de otra manera puesto que el sujeto que escribe es el que trasmite, debido a esto las percepciones son la del sujeto mismo.
El recuerdo en sí no es una percepción exacta de lo que sentimos o percibimos en el momento de engendrar dicho recuerdo, pongamos un ejemplo:
Puedo recordar cuando me lastimé una mano al tocar una plancha caliente, pero no puedo recordar el dolor, ni lo que mi mente pensó en ese justo momento.
Recordando en mis recuerdos, en los más cercanos a mi pasado creo recordar que en muchas ocasiones me he dicho para mi misma, recuerda este momento en este mismo instante estás pensando que lo que te esta sucediendo lo recordaras tal y como es.
Ciertamente así es pues cuando recuerdo esto lo que recuerdo no es la percepción de lo que me estaba ocurriendo sino el “recuerda cuando recuerdes este momento lo que está sucediendo” queda la frase construida no la imagen en si misma, queda para siempre que ese momento yo lo quería hacer imborrable pero el efecto es el contrario se anula la sensación para dar paso a una frase construida en ese momento vivido.


CAPITULO PRIMERO. LOS  RECUERDOS DE MI INFANCIA.

Al atardecer solíamos ver como el sol se ponía formando un bello reflejo sobre las aguas del Acequión. Mi hermano pequeño me miraba perplejo y sobre todo lleno de emoción por ver si yo sentía lo mismo que él, el asombro infantil de algo que no se comprende como natural sino más bien como divinidad.

Soy la tercera de cinco hermanos y nunca encontré mi sitio, no sabría, ni aún hoy, decir con quien me siento más identificada si con mis hermanos mayores o con los pequeños, quizás por eso intento siempre mantenerme en el lugar que ocupo, en el medio.

Los recuerdos de mi infancia se agolpan sin sentido en mi cerebro, sin orden sin tiempo y sin lugar. No podría por lo tanto dar una idea exacta del momento en que sucedió ni del año en curso de dicho recuerdo pero si puedo hacer una historia según el orden de preferencia que estos recuerdos tienen en mi, esto no significa que unos sean mejores que otros sino que unos los recuerdo con más detalles, por lo tanto dejaron un grato o ingrato sabor, emoción, sentimiento,… en mi cabeza y que por ello, quizás, me acuerde más del susodicho recuerdo.

Al comenzar he citado una puesta de sol en una playa de mi pueblo que observaba con mi hermano pequeño, bien hagamos un inciso en este recuerdo, no sé con exactitud si fue en la citada playa, en un parque, o desde el balcón de nuestra casa, desde donde contemplábamos la puesta de sol pero si sé que la vimos en varias ocasiones y que era mi hermano pequeño, por aquel entonces ya que años más tarde nacería el quinto y último de mis hermanos, el que me miraba para ver si yo sentía la misma curiosidad que él y que si me preguntaba  lo mismo, aún hoy nos  preguntamos los dos, ¿ quien creo tanta magia?

 En la vida nos formamos por recuerdos, ellos son los que toman las decisiones y los que nos hacen una encrucijada cuando queremos tomar una disposición en el futuro. Para poder comprender este hecho vaya un recuerdo que me oprime el alma cada vez que mi cerebro impúdico me lo hace visible. La vida, el sonido del primer llanto de mi hijo el mayor, de mi segundo hijo y del tercero, la vida que se abre paso a través de un estrecho canal que rompe en aguas para poder hacer más fácil el camino, el camino de la vida.
Cada vez que he querido tomar una decisión seria acerca de mi futuro me he parado a pensar en este sonido, o simplemente no me he parado a pensar sino que el sonido está ahí indicándome el posible error o la respuesta acertada respecto a lo que quiero hacer o decidir, por lo tanto algo me frena para tomar mis decisiones porque en ella van tres sonidos de vida a la que yo debo la mía.



En todo este transcurso de tiempo, de recuerdos, de presente, pasado de futuro, en este devenir constante de días de sus noches, de estaciones, de lluvias de sol, de calma de tempestad, de sonrisas de lágrimas, es en lo que quiero basarme para contar mi vida.




Mi hermano se agarraba fuertemente a mi cintura y yo podía sentir el palpitar de su corazón a un ritmo desbocado.

.- no te preocupes Marco aquí estaremos bien, no llores más anda. Le dije a mi hermano sin saber exactamente que iba a suceder con nuestros padres y a la vez maldecía a mi hermana mayor por ser tan estúpida y a mi abuela por meter cizaña a mi papá.

Debió de callarse mi hermana cuando mi madre y mi padre hacían planes en la cocina para ir esa tarde al gran centro comercial que habían abierto en Elche. Mi hermano Marco y yo estábamos emocionados con la idea de poder ir de compras todos juntos, a mi madre le habían tocado cien mil pesetas en la lotería primitiva y quería hacer un costo como decimos en mi tierra, es decir una compra grande, para pasar aquel verano sin limitaciones de comida de ropa y de algún otro capricho que nos pudiera apetecer.

.- yo me compraré la última barriguitas que ha salido es de color, como mi amiga Yasmina. Le susurré a mi hermano Marco en el oído.
El me miró y con su tímida sonrisa me dijo:
.- pues yo si me dejan me compraré el cubo mágico. Es guay.

Entonces sucedió, mis padres acordaron ir aquella misma tarde a las seis después de la siesta y mi hermana mayor dijo que ella no podía ir ya que había quedado con su novio. Mi madre le dijo que quedara más tarde o por la noche pero mi hermana insistía, con sus hormonas fuera de control de una chica de dieciséis años, en que había quedado con su novio y no se venía.

.- Pero es una salida familiar. Nunca hemos tenido la oportunidad de hacer una compra así y creo conveniente que vayamos todos además  podrás comprarte un bikini nuevo para este verano. Dijo mi madre sabedora de lo que podía suceder si mi hermana se volvía a negar.

.- no, no pienso ir vaya estupidez una compra familiar. Contestó mi hermana con aires de grandeza.

El ruido fue ensordecedor, yo estaba al lado justo de mi padre cuando éste tiró todos los platos que había encima de la mesa, ya que estábamos terminando de comer. A Marco le cayó en su pierna un trocito de porcelana que yo le quité de inmediato, mi abuela solo sabía gritar al cielo suplicando no se que cosa y mis padres se enzarzaron en un griterío del que mi hermana y mi abuela se hicieron participes. Yo ya me había salido de la cocina y estaba en el pasillo que daba a las habitaciones le hice un gesto a mi hermano para que saliera de allí lo más rápido posible, pero estaba atemorizado y no podía moverse de la silla. Siempre he sido valiente ante este tipo de situaciones y aunque solo tenía diez años sabía que tenía que sacar de aquella maldita cocina a mi hermano, así es que decidí volver a entrar a por él. Fue en ese mismo momento cuando pude ver como mi padre se fue directo hacia la puerta, por un instante creí que iba a por mí pero salió disparado y en mitad del pasillo se puso a gritar tan aprisa que yo no entendía nada de los que decía, mi madre fue tras él llorando implorando por Dios y diciendo una y otra vez el nombre de mi padre.

Yo solo quería sacar de allí a mi hermano Marco que había pasado de la lagrima floja a un llanto nervioso, lo cogí y lo saque fuera de la cocina, fui corriendo a la puerta de salida de mi casa y mi vecina al escuchar los gritos y los llantos estaba con su puerta abierta preguntándome que pasaba si podía ayudarnos en algo, le dije que sí nos dejaba quedarnos con ella y con sus hijos un rato para jugar, que inocencia la mía, mi vecina no dudo un instante en resguardarnos de aquel infierno y en un minuto me encontraba con mi hermano a salvo en una habitación de aquella servicial vecina, fue entonces cuando le dije que no se preocupara y fue entonces cuando por primera vez me sentí una heroína ante aquellos ojitos que se dejaban ver entreabiertos tras los cristales de sus gafas.

1 comentario:

  1. Marige,que claridad de tus recuerdos, me ha gustado muchisimo esta crónica de tu vida, tus reflexiones, veo que este verano has puesto tu mente a trabajar. Un abrazo.

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