jueves, 15 de septiembre de 2011

UNA GRAN HISTORIA DE AMOR. Entrega por capítulos.

-         Cuéntame otra vez la historia abuelo. Dijo Martina mientras colaboraba en la recogida de la vela mayor a su abuelo.

El abuelo frunció el ceño, aunque ya sus arrugas lo hacían casi siempre por él, y le dijo a su nieta.

- Querida Martina, te he contado esa historia millones de veces, anda dame ese cabo.

La mar estaba en calma, y el abuelo no pudo evitar ver en el reflejo de aquellas aguas el rostro de su gran amor.

- Anda abuelo por favor, cuéntame.

El abuelo se sentó en la proa de su barco y le hizo un gesto a Martina para que ella hiciese lo mismo. Así los dos sentados y contemplando aquella puesta de sol comienza esta historia.

 Yo no sabía decir ni aún hoy con exactitud que tipo de amor fue el de Marie y el de mi abuelo.



lunes, 5 de septiembre de 2011

CONTINUACIÓN. CAPITULO PRIMERO.

No se cuanto tiempo estuvimos allí pero se me hizo una eternidad, por el patio de luces se podía escuchar los gritos de mi familia pero no sé porque después de una tremenda bofetada y el llanto amargo de mi hermana terminó aquella tormenta de gritos. Aunque el ensordecedor silencio que llegó después fue peor.

.- Quiero irme a casa, tengo sueño. Dijo mi hermano Marco, que casi estaba ya dormido en mis rodillas.

Me levanté y cogí a mi hermano de la mano, le dije a mi vecina que nos íbamos ya para mi casa porque estábamos cansados, ella asintió como si comprendiera que lo único que queríamos hacer era ver a papá y a mamá y saber como estaban.

Cuando mi madre abrió la puerta de mi casa yo ni la miré a los ojos entre directamente a mi habitación y me tumbé en la cama, supongo que mi hermano Marco haría lo mismo, me quedé dormida no por mucho tiempo porque la voz de mi padre me despertó.

.- Venga Mari despierta que nos vamos al centro comercial y podrás comprarte tu barriguita de color.

Aunque mi hermana no vino con nosotros, recuerdo aquella tarde como una de las mejores por fin pude comprarme mi barriguita de color y mi hermano el famoso cubo mágico.

.- ¿Cómo lo has hecho? Solo has tardado cinco minutos.
.- No sé, ¿Quieres que lo vuelva a desmontar?.
Me contestó mi hermano Marco sonriente.
.- No.
Le dije cabreada sin parar de pensar en como narices había conseguido hacer el cubo en cinco minutos, que mocoso siempre tenía que ganarme en todo.

Mi madre sonreía a mi padre y eso me produjo una extraña sensación en mi interior, sensación que años más tarde conocería como amor.